lunes, 28 de septiembre de 2009

BIENVENIDOS!!!

Hola a todos, soy Jorgelina Paz, profesora de Historia y quiero darles la bienvenida a éste blog, donde podrán encontrar todo tipo de material e información sobre temas relacionados con Historia Argentina.

En este blog encontrarás información sobre los siguientes temas:
-La Política entre 1930-1943
-El Golpe del ´43 y el ascenso de Perón
-La “Revolución Libertadora”
-Arturo Frondizi: “El Desarrollismo”
-Los Jóvenes y la Cultura (política, rebeldía y consumo)
-Presidencia de Illia
-Presidencia de Onganía: “La Noche de los Bastones Largos”,
“El Córdobazo”
-El Surgimiento de los Grupos Guerrilleros
-Regreso del Peronismo. Crisis
-Último dictadura Militar (1976-1983): Conceptos, Política, Economía, Represión, Violación de los Derechos Humanos, Guerra de Malvinas. ¿Y en el Chaco que pasó, durante éstos años?
-El Regreso a la Democracia.
-Menem Presidente
-Presidencia de De la Rúa. Crisis del 2001
-Presidencias Kirchner.


REFLEXIONEMOS:
"...Una palabra no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo
igual que el viento que esconde el agua
como las flores que esconde el lodo..."






La década infame (1930/1943)
Este periodo comprende los años de fraude, corrupción, elitismo y entrega del patrimonio nacional a manos de los imperios. La etapa se inicia con el golpe de Estado que derrocó a Yrigoyen (6/9/1930) y finaliza con el golpe de Estado del 4 de junio de 1943. Durante ese tiempo la oligarquía argentina no dudó en entregar la soberanía nacional a Inglaterra (su principal aliada) manteniendo al pueblo trabajador en condiciones de miseria. Es durante esta etapa en que la desocupación alcanzó cifras nunca antes vistas.

Las causas del golpe se encuentran en dos grandes aspectos. Por un lado el económico: Yrigoyen había asumido su segundo período en 1928, demostrando que su caudillismo seguía intacto y que las mayorías confiaban en él, pero su gobierno se vio acosado por una gran crisis a nivel mundial. Para empezar le tocó afrontar una fuerte caída de los precios agrarios. A esto se sumó en la caída de la bolsa de Nueva York en 1929, lo que terminó por aumentar la crisis que se vivía en el país. La oligarquía ganadera no estaba dispuesta a tolerar un nuevo reparto de la renta agraria diferencial y desde el diario La Nación descalificaba al presidente. No hay que olvidar la cuestión petrolera, donde EE.UU e Inglaterra disputaban posiciones en Argentina y estaba prevista la nacionalización del recurso, lo que se lograría de acuerdo al número de diputados que Yrigoyen podía llegar a reunir el mes en que se dio el golpe.

Por otro lado, en el aspecto político, al odio inquebrantable de la oligarquía hacia los sectores populares, se sumó el nacionalismo oligárquico (los primos “pobres” de la oligarquía vacuna) que se preocupaban más por el sindicalismo y el anarquismo que por la intromisión británica en los resortes económicos del país. Estos “nacionalistas” sentían un gran desprecio por las masas yrigoyenistas y acusaban al radicalismo de ser una “chusma” que mediante el voto había permitido la entrada de esa “gentuza” en el quehacer político (años después odiarán al peronismo). Por lo tanto estaban en contra del voto universal y querían volver a un sistema elitista, en donde la política y las decisiones de gobierno pasaran por gente “bien”. Desde el plano ideológico, estos sectores nacionalistas estaban tomados por el discurso reinante en la Europa de entreguerras y la conducción de Mussolini les resultaba un modelo a imitar, sobre todo por sus temores ante el supuesto “comunismo” argentino (la derecha ve fantasmas en todos lados). El nacionalismo oligárquico ya se había estrenado en política con los crímenes cometidos por la Asociación del Trabajo, la Liga Patriótica y otros grupos encargados de reprimir en forma parapolicial a los extranjeros, judíos, comunistas, sindicalistas y socialistas de base. Criticaban duramente a Yrigoyen por su tolerancia hacia los obreros y fueron quienes empezaron a empujar el carro del golpe de Estado. A esto hay que sumarle que el partido de gobierno, la U.C.R., estaba dividida entre personalistas (yrigoyenistas) y antipersonalistas (alvearistas). Estos últimos tenían más puntos en común con el conservadurismo (Partido Demócrata Nacional, o sea el partido de la oligarquía) que con el radicalismo. Y por si fuera poco, Yrigoyen debió soportar el acoso del Partido Socialista, siempre dispuesto a fugarse mentalmente y a estar pendiente de lo que pasara en Europa y no en nuestro país. En realidad, tanto los conservadores como los socialistas y los antipersonalistas tenían un mismo ideario: liberales en lo económico y elitistas en lo político, con gran desconfianza hacia los sectores populares; unos por paternalistas y otros por “ilustrados”.
La debacle del gobierno de Yrigoyen comenzó con las elecciones legislativas. Si bien ganó en el interior del país, perdió la Capital Federal frente a los Socialistas independientes (quienes aprovecharon la fractura del radicalismo).

El golpe de Estado
El 6 de septiembre de 1930, Uriburu dio el golpe de Estado. La casa de Yrigoyen fue saqueada y el presidente detenido y trasladado a la Isla Martín García. La idea de Uriburu era instalar un modelo altamente represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a civiles que se opusieran al gobierno de facto. No dudó, más tarde, en darle carácter oficial a un grupo parapolicial (Legión Cívica, quienes desfilaron junto al ejército regular). Contó, como vimos, con el apoyo inicial de una gran parte de lo sectores civiles (los eternos perdedores en las urnas). Uriburu será, entonces, el representante del nacionalismo oligárquico. Su idea era instalar un régimen corporativo al estilo de Mussolini. Sin embargo, los planes del sector liberal del ejército liderado por Agustín P. Justo eran mucho más ambiciosos: disfrazar el régimen de fraude con el traje de una democracia “formal” (aparente) para evitar la izquierdización de los sectores del trabajo. Para lograrlo, Justo contaba con el apoyo de los antipersonalistas, los socialistas independientes y el conservadurismo. Sólo era cuestión de esperar el debilitamiento de Uriburu. En cuanto a las designaciones ministeriales hay que decir que Uriburu nombró como ministro del interior al reaccionario y ultraderechista Matías Sánchez Sorondo. En el ministerio de Hacienda se instaló (como subsecretario) Raúl Prebisch y en Agricultura el responsable fue Horacio Becar Varela. La mayoría de los ministros estaban ligados a las grandes empresas capitalistas extranjeras y a las petroleras (también extranjeras) y por su fuera poco, cuatro de los designados pertenecían a la Sociedad Rural. A poco de comenzar el gobierno de facto, empezaron a llegar los negociados.
Las concesiones del Estado estaban vinculadas a gente del gobierno y de sus socios. La política represiva del gobierno se manifestaba en expulsiones de sindicalistas extranjeros, tortura, cárcel, creación de la picana eléctrica y persecución al radicalismo yrigoyenista. Este gobierno fue el que asesinó a Severino Di Giovani, el activista anarquista.
Mientras tanto el plan de Uriburu era modificar la constitución, eliminar el sufragio universal y reemplazarlo por el voto calificado. Para ello convocaría a elecciones escalonadas (a modo de experimento). Hubo en el medio un intento rebelde en contra del gobierno, encabezado por el general yrigoyenista Severo Toranzo, pero rápidamente fue sofocado. La primera elección fue la de la Provincia de Buenos Aires (abril de 1931), pero para sorpresa de Uriburu, el triunfador fue el radicalismo. Con la derrota en las urnas el gobierno de Uriburu no tardó en caer. El dictador anuló las elecciones (debido al triunfo radical) y convocó a nuevos comicios para fin de año. Por eso hubo un nuevo intento revolucionario encabezado por el ex edecán de Yrigoyen, coronel Pomar, quien se sublevó en la provincia de Corrientes. Una vez más el movimiento fue vencido.
Debido al fraude que ya empezaba a reinar, la U.C.R. decidió abstenerse de participar en las elecciones, lo que dejó el camino libre a los conservadores, quienes junto a los radicales antiyrigoyenistas (antipersonalistas) y socialistas independientes dieron forma a lo que se llamó la "Concordancia". Alvear diseñó una “abstención” que en ese momento era totalmente funcional al fraude. La abstención solo valía si se adoptaban formas de resistencia revolucionaria. Pero en cambio, Alvear dejaba así el camino libre a los conservadores (directa o indirectamente sería parte del fraude). Yrigoyen en cambio reclamaba concurrir con cualquier candidato: personalista o antipersonalista. La cosa era participar, porque era evidente que el pueblo seguía siendo radical y se podía obtener la victoria, pero Don Marcelo bajó los brazos y la suerte del radicalismo quedó echada. La "Concordancia" llevó como candidato presidencial al general Agustín P. Justo (quien ya había movido las piezas para desplazar del poder a Uriburu). Frente a ellos se presentó la Alianza Civil (demócratas progresistas y socialistas) con la fórmula Lisandro de la Torre - Nicolás Repetto. Pero estos no se presentaban como antagonistas del régimen, sino como parte de él. Así lo explicaba Lisandro de la Torre: “Nosotros venimos en verdad a salvar a la revolución, porque somos los intérpretes de su espíritu popular (...) ¿Quién, que no fuera un insensato, pretendería restaurar el régimen depuesto?”
El fraude ya estaba en marcha. El resultado no sorprendió a nadie: Justo ganó cómodamente (salvo en Capital Federal y Santa Fe).

El gobierno de Justo: el pacto Roca - Runciman
Justo asumió el 20 de febrero de 1932, en medio de una gran crisis a nivel mundial, con caída de las exportaciones, escasez de dinero, desocupación y falta de inversión. Las grandes potencias entraban en un programa extremadamente proteccionista, con el fin de salvar sus industrias y su comercio. La oligarquía ganadera argentina veía desplomarse los precios y las exportaciones de carnes, por eso no dudó un momento y decidió entregar el país a manos de los ingleses, con tal de salvar su estilo de vida y su derroche.
En julio de 1932 Inglaterra instrumenta sus políticas proteccionistas a gran escala. Y así, reunidos en Ottawa los representantes británicos, deciden gravar con altos impuestos a los productos extranjeros y a toda producción que viniera de fuera de los límites del Imperio (ésta política se aplicaría no solo en la Isla, sino en todas las colonias británicas). Con este plan, los países que mantenían comercio con Inglaterra en calidad de proveedores de materias primas, pasarían a un segundo plano y verían reducidas sus ventas. De igual manera, Australia y Canadá decidieron proteger su producción y venta de carnes (y su trigo). Argentina sentiría el impacto de estas decisiones. Fue así que el vicepresidente Julio A. Roca (hijo) viajó a Inglaterra para cerrar un acuerdo comercial que le daba aire a la oligarquía ganadera a cambio de entregar la soberanía económica del país. La comitiva argentina se completaba con “representantes” de nuestro país que en realidad eran empleados de las grandes compañías inglesas (ferrocarriles, bancos, etc.). El tratado contemplaba el mantenimiento de la cuota de carne (es decir: la cantidad de carne que Inglaterra compraría a Argentina), pero entregaba el manejo financiero y el crédito a manos inglesas. También las compañías británicas estarían protegidas y beneficias por descuentos, exenciones impositivas, etc. Las empresas de transporte inglesas cobraban altísimas tarifas a los productores locales con el fin de detonar las incipientes industrias argentinas y beneficiar a los productos ingleses. De esta manera pagaba más un kilo de azúcar de Tucumán a Buenos Aires que de Londres a Buenos Aires. El ingenio argentino había creado el colectivo, pero este resultaba muy competitivo para los trenes ingleses, por eso el gobierno de Justo benefició a los británicos creando la Coordinación de Transportes que asfixiaba a los empresarios nacionales. La creación del Banco Central fue otra estrategia de dominación inglesa. El directorio del Banco estaba integrado por poderosos banqueros ligados a los ingleses. El Banco tenía el manejo de nuestra moneda, del cambio y del crédito y por lo tanto decidía a quien y para qué se le entregaban los préstamos. Esto condicionaba el desarrollo de los pequeños y medianos emprendimientos nacionales que quedaban sepultados por las empresas inglesas. El propio vicepresidente lo decía sin vergüenza: “Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio británico”. Como parte de la política conservadora el ministro Hueyo rebajó los sueldos de la administración pública. En 1933 un grupo de radicales yrigoyenistas (civiles y militares) intentaron una revolución en Paso de los libres (Corrientes), pero fueron sofocados. La lideraba el coronel Bosch y entre otros participaba Arturo Jauretche.
A estas entregas alevosas del patrimonio nacional se sumó el escándalo de las carnes. Casi todo el manejo quedaba en manos de los frigoríficos ingleses y norteamericanos. El 85% de las exportaciones estaría controlada y decidida por ellos y solo el 15% de las exportaciones podían ser de los ganaderos nacionales. Por eso, Lisandro de la Torre (como representante de los ganaderos del litoral que habían quedado fuera del negocio de la carne) comenzó a realizar una serie de denuncias sobre la presión de los grandes monopolios de la carne. Estas investigaciones lo llevaron a de la Torre a descubrir documentación secreta en la que constaba el negociado y las grandes sumas de dinero que resultaban de ello. Cuando se trató el tema en el senado la oligarquía recurrió a un sicario para asesinar a Lisandro de la Torre, solo que el asesino (Ramón Valdéz Cora) terminó quitándole la vida en plena sesión del Senado de la Nación a Enzo Bordabehere, compañero de banca de Lisandro de la Torre. Sucedió el 23 de julio de 1935.

La maquinaria del fraude
Las trampas electorales recibirían el nombre de “fraude patriótico”, porque evitaba la llegada de las “chusmas radicales” al poder, tal el caradurismo de los conservadores y sus socios, que disfrazaban de patriotismo una corrupción anti democrática. El fraude tenía sus variantes. Por un lado estaba el viejo recurso de apretar a los votantes que se sabían que eran adversarios de los conservadores. Esto se hacía en plena calle o en cercanías de las mesas, revólver en mano. Pero había otro método: cambiar los votos. Esto se hacía en el correo central, que era adonde iban las urnas. Allí los empleados sacaban los votos de las urnas y los reemplazaban por boletas de los conservadores. Falta mencionar el “acaparamiento de libretas”. Los patrones de estancia les quitaban sus libretas de enrolamiento a los peones y empleados del campo, se los llevaban y hacían firmar en las mesas electorales, todos esos votos iban para los conservadores. De allí viene el famoso “ya votaste”, cuando alguien se presentaba a votar y se le comunicaba que su voto ya había sido emitido por él.

Negociados, coimas y corrupción
Además de los negociados de las carnes y las exenciones impositivas a las compañías inglesas, hubo episodio que marcaron la época por su resonancia. Uno de los principales casos de coimas y corrupción fueron las concesiones hechas a las compañías de electricidad CHADE luego CADE). Las concesiones en la ciudad de Buenos Aires se resolvían con coimas para los concejales de los partidos principales (incluso Alvear aconsejaba “votar” por la concesión…teniendo 100.000 para dar el sí). Luego se supo que la empresa aportaba a las campañas de ambos partidos. Las concesiones se aprobaban a plazos eternos (en 1936 se planeaba dar el monopolio de la concesión hasta 1996). A esto se sumó el escándalo de la venta de tierras del Palomar, en la que por una avivada financiera (otra vez los intermediarios) se vendían tierras sobrevaluadas y el estado las adquiría sin chistar dejando amplios retornos a los intermediarios. El fraude se hizo así: una señora quería vender sus tierras al Colegio Militar, pero el precio fue rechazado por los peritos oficiales que lo consideraban excesivo. Apareció un intermediario que le compró (sin poner un peso) las tierras la señora y al mismo tiempo las negociaba con autoridades militares a casi el doble del valor acordado con la dueña. Obtuvo el pago del Estado, luego abonó a la dueña y así, sin poner un peso se hizo de una suculenta ganancia (aproximadamente 1 millón de pesos).
Para coronar esta época de corrupción, fraude, coima y entrega del patrimonio nacional, estalló el escándalo de los “niños cantores” (1942), que en el sorteo de la Lotería Nacional cantaron un número (que ya habían comprado los “vivos” que idearon la maniobra) y no el que había salido.
En todo este período la mayoría de los partidos eran parte de la farsa. Solo en 1935 un grupo de radicales yrigoyenistas decidió oponerse al fraude, naciendo entonces F.O.R.J.A.., quienes dieron batalla al régimen, impugnando sus políticas entreguistas, sus fraudes y denunciando su corrupción y su entrega ante el imperialismo.

La "sucesión presidencial" y el fin de la década infame"
Justo gobernó entre 1932 y 1938. Llegó el tiempo de la "sucesión" y Justo pensaba en retornar en 1944 (no había reelección), entonces quería dejar a alguien que le cuidara el sillón. De manera que mediante el fraude fue elegida la fórmula Roberto M. Ortiz - Ramón Castillo. Ortiz era un radical antipersonalista que había ocupado cargo en el gobierno de Alvear. Castillo, por su parte, era conservador (Partido Demócrata Nacional). La candidatura de Ortiz fue lanzada en la Cámara de Comercio Británica, lo que daba una idea de los intereses que respaldaban a los gobernantes durante este fraudulento período. La Segunda Guerra Mundial fue el telón de fondo del gobierno conservador, que optó por la neutralidad no tanto por una cuestión de política exterior independiente, sino porque Gran Bretaña necesitaba seguir abasteciéndose de carnes, y una participación argentina en la guerra no le era conveniente porque los barcos con carnes serían considerados enemigos por los alemanes. La Segunda Guerra Mundial dividió a parte de la opinión pública (sobre todo, los sectores medios) entre aliadófilos (simpatizantes de los "aliados") y "germanófilos" (simpatizantes de Alemania y del Eje en general). Esta división también estaba en las filas del Ejército. Las mutuas presiones para intervenir o no en la guerra tenían sus efecto sobre el presidente. Ortiz enfermó gravemente y en 1940 prácticamente ya había delegado el poder en Castillo. Este decidió mantener la neutralidad y presionado por una parte del ejército tomó algunas medidas de carácter nacionalista. El sector liberal del ejército (los "justitstas") presionaban por una intervención en la guerra. Castillo tambaleaba entre estas presiones. El descontento general por la situación económica y el fraude político hizo que el sector nacionalista del ejército temiera un "avance" comunista debido a las protestas y reclamos. Finalmente, al acercarse las fechas de elecciones, se supo que era intención del régimen postular al industrial salteño Robustiano Patrón Costas. Ante esto, el sector nacionalista del ejército que temía un acentuamiento del descontento social y una intervención en la guerra se decidió al golpe, el 4 de junio de 1943.
Se abría una nueva etapa en la historia política, cargada de incertidumbres ya que nadie sabía que rumbo tomarían los acontecimientos. Dentro del ejército convivían diversas tendencias y por eso tanto aliadófilos como germanófilos desconfiaban de la política exterior futura. Por otra parte la mayoría de los partidos políticos tardó en pronunciarse respecto al golpe ya que no sabían que sector prevalecería dentro de las fuerzas armadas.
Durante los trece años de fraude, las masas habían sido apartadas del escenario político y una elite se había repartido los cargos y las funciones en el Estado mediante el fraude y las coimas.



Manifiesto de la fundación de FORJA

Fuente: Jauretche, Arturo, FORJA y la década infame, Buenos Aires, Peña Lillo Editor, 1984, págs. 19-22, 89-92.

Declaración aprobada en la asamblea constituyente del 29 de junio de 1935

Somos una Argentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre.

La Asamblea Constituyente de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, considerando;

  1. Que el proceso histórico Argentino en particular y Latinoamérica en general, revelan la existencia de una lucha permanente del pueblo en procura de su Soberanía Popular para la realización de los fines emancipadores de la Revolución Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su penetración económica, política y cultural, que se oponen al total cumplimiento de los destinos de América.
  2. Que la Unión Cívica Radical ha sido desde su origen la fuerza coordinadora de esa lucha por el imperio de la Soberanía popular y la realización de sus fines emancipadores.
  3. Que el actual recrudecimiento de los obstáculos supuestos al ejercicio de la voluntad popular corresponde a una mayor agudización de la realidad colonial, económica y cultural del país;

Declara:

  1. Que la tarea de la nueva emancipación se lo pueda realizarse por la acción de los pueblos.
  2. Que corresponde a la Unión Cívica Radical, ser el instrumento de esa tarea, consumando hasta su totalidad la obra trucada por la desaparición de Hipólito Yrigoyen.
  3. Que para ello es necesario en el orden interno del Partido, dotarlo de un estatuto que, estableciendo el voto directo del afiliado auténtico y cotizando, asegure la soberanía del pueblo radical, y en orden externo, precisar las causas del enfeudamiento argentino al privilegio de los monopolios extranjeros proponer las soluciones reivindicadoras y adoptar una táctica y los métodos de lucha adecuados a la naturaleza de las obstáculos que se oponen a la realización de las destinos nacionales
  4. Que es imprescindible luchar dentro del Partido, para que este recobre la línea de principismo e intransigencia que lo caracterizó desde sus orígenes, única forma de cumplir incorruptiblemente los ideales que le dieron vida y determinan su perduración histórica al servicio de la Nación Argentina.

Dentro de estos conceptos y tales fines, la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, F.O.R.J.A., abre sus puestas a todos los radicales y particularmente a los jóvenes que aspiren a intervenir en la construcción de la Argentina grande y libre soñada por Hipólito Yrigoyen.
- Por el radicalismo a la soberanía popular
- Por la soberanía nacional a la emancipación del pueblo argentino

PREÁMBULO
La Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, F.O.R.J.A., conforme a la misión que se ha impuesto, está en la necesidad de plantear a la consideración de los radicales de toda la República, cuál es la situación creada a la Unión Cívica Radical, por los actos de sus direcciones, que tienden a destruirla por el abandono de los ideales que le dieron origen, y por el debilitamiento progresivo de los valores morales que han definido al movimiento histórico del radicalismo.
Desde el 6 de septiembre de 1930, las oligarquías gubernamentales desarrollan un plan sistemático para aniquilar la soberanía del pueblo, transfiriendo a grupos de especuladores el goce de los bienes del la Nación, sin hallar resistencia efectiva en los llamados partidos opositores que aprovechando la abstención radical, fueron a compartir posiciones con el pretexto de defender desde ellas los derechos populares.
Ninguna desilusión hemos sufrido al verles arrastrados por el camino de su destino común con los gobernantes, porque, como ellos, han entrado en el manejo del Estado, sin contar con la verdadera voluntad del pueblo.
En cambio hemos alentado durante los últimos años la creencia de que las direcciones de la Unión Cívica Radical fueran, como debían ser, el centro de la defensa indeclinable de los intereses de la soberanía nacional, y hemos sacudido, con favor, todos los esfuerzos de liberación que ellas auspiciaron o condujeron.
Después, esas direcciones han abandonado sus deberes, al propiciar la salida de la abstención en que se mantuvo la austera protesta del pueblo soberano contra todo lo que se hacía, sin derecho, en su nombre. Y, de renuncio en renuncio, esas direcciones han llegado a sus fomentadoras de resignaciones y acomodamientos.
No sin amargura hemos visto también a algunos de los que fueron, con nosotros y más señaladamente que nosotros, sostenedores de la soberanía popular hasta el 2 de enero de 1935, dejar sus ideales de redención nacional para tomar la senda de unos comicios susceptibles de conducir a la disociación de la Unión Cívica Radical.
Ésta no ha de destruirse sin embargo. El intento de los que aspiran a emplear su inmensa fuerza colectiva como una fuerza ciega, para llegar a fines opuestos a las aspiraciones del pueblo radical, de realizar una vida nacional solidaria y digna, de trabajo y de justicia, no puede seguir ya su camino sin que, del mismo seno de la Unión Cívica Radical, surja el empeño consciente de defenderla.
Hemos agotado ya toda esperanza de que los autores de errores y desviaciones reiteradas escuchen nuestras reflexiones, nuestras instancias, nuestras súplicas, nuestras advertencias. Deploramos que las autoridades de la Unión Cívica Radical con el pretexto de conseguir la soberanía política del pueblo, estén colaborando con las oligarquías económicas, entregadas al capitalismo extranjero.